miércoles, 31 de agosto de 2011


Las tecnologías nuevas y las instituciones educativas
Entender la tecnología como soporte para mejorar los procesos educativos
implica que las instituciones hagan periódicamente una revisión de sus
medios de aprendizaje (centros de cómputo, licencias, software, banda
ancha, biblioteca electrónica, laboratorios, entre otros). De lo que se
trata es de hacer un balance: qué sirve, qué está obsoleto, qué necesita
renovarse o ser actualizado. Este conocimiento, en últimas, le permitirá
tener a las instituciones un panorama real de su capacidad tecnológica y
actuar oportunamente sin incurrir en gastos superiores.
Adicional a este paneo tecnológico es necesario que los usuarios tengan
capacitaciones sobre aspectos supuestamente triviales como vacunar un
equipo, descargar plugins o simplemente mecanismos de seguridad en el
nivel de los equipos y de la información. Digo triviales porque la mayoría
de las instituciones educativas consideran saldada su responsabilidad en
cuanto a tecnología con la existencia de un departamento de sistemas,
cuando esto no debería ser así, sobre todo en comunidades de aprendizaje
en las que todos los miembros de la institución son copartícipes del uso,
manejo y vida de la tecnología, y en las que todavía se hacen evidentes
casos tan irónicos como los de no saber usar un video beam y hace falta
llamar al ingeniero para que resuelva un inconveniente.
¿Qué decir entonces de las nuevas tecnologías de comunicación e
información? La mirada de las instituciones es dejar dicha responsabilidad
en los expertos internos, y eso está bien; simplemente debería darse un
giro más horizontal y menos vertical sobre la comprensión y uso de las
nuevas tecnologías que quedan resumidas en correo electrónico, internet,
intranet (en algunos casos) y ocasionalmente foros. Si la cabeza no cree en
el poder e impacto de estas herramientas, el resto del cuerpo no actuará
en consonancia

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